Una multitud de viandantes desfilan por nuestra cámara oscura para disfrutar de un merecido descanso dentro del ajetreo cotidiano, reposan sus posaderas tomándose un instante para sentirse, sentarse. Cada cual percibe el objeto bajo él de forma particular, cada cual se enfrenta con un instante de observador-observado que transforma la realidad de la pieza solitaria y enajenada de su función.
Madamdarina salió de caza esa mañana por la calle Elvira de la capital granadina, en la cámara oscura Ángel Montero captaba las reacciones de los transeuntes. Una jornada de acción-reacción recogida en estos minutos de película.
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